En la última
década, el análisis y la investigación de tendencias se han
convertido en una herramienta clave para todo tipo de industrias o sectores.
Las empresas más innovadoras se adelantan a la competencia gracias al
coolhunting y a la figura del coolhunter o cazador de tendencias. Un
profesional, cada día más en auge, que se encarga de identificar y cazar lo que
serán futuras tendencias en diversos sectores como el diseño, la moda, el
interiorismo, la comunicación, la fotografía, la arquitectura o la tecnología.
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El coolhunter Bill Cunningham,
en la Gran manzana |
El término coolhunter fue adoptado en 1997 por la
revista The New Yorker para referirse
a las clases de investigación de mercado que daba la publicista Dee Dee Gordon.
El Coolhunting,
como sugiere su nombre, es el arte de cazar tendencias. Esta disciplina está
siendo adoptada de dos formas diferentes: como profesión y como una competencia
adicional incorporada a otra actividad profesional.
Su misión es
muy atractiva para las empresas porque, con un lógico margen de error, ayuda a
saber si un mercado se encuentra preparado para asumir algún tipo de
innovación, ya sea de producto, como de comunicación, marca o distribución.
Antes un
coolhunter debía estar constantemente viajando por las ciudades más punteras para
encontrar los indicios de tendencias, pero ahora, gracias a las redes sociales
y a Internet, es posible acceder y analizar las últimas tendencias,
seguir a trendsetters e innovadores, monitorizar el sector de la moda, analizar
los últimos eventos mediáticos, descubrir los estilos más vanguardistas
localizados en las calles de las ciudades más influyentes, etc.
El trabajo del
coolhunter saber detectar los indicios de cambio en sus fases más incipientes,
interpretar adecuadamente qué factores favorecen esa emergencia y determinar qué impacto puede tener sobre la
oferta actual y potencial del cliente para el que trabaja.
Un buen
Coolhunter destaca por su capacidad intuitiva, que le ayuda a simplificar y
extraer valor del caos informativo en el que se tiene que mover. Debe tener la
capacidad de alejarse de la corriente (mainstream), del encasillamiento, y observar
en varias direcciones, pues de lo contrario será muy difícil identificar
tendencias; ser completamente sensible, estar abierto y absorber como una
esponja, para poder leer y entender los signos de una cultura; debe estar
siempre informado y actualizado, tanto del presente como del pasado.
La actividad de
un coolhunter es, básicamente, la recolección de información. Se dedica a
identificar estilos punteros y minoritarios.
No hay que
extrañarse cuando alguien en cualquier lugar lo siga con una cámara de video o
lo aborde y le haga preguntas espontáneas sobre un producto o sobre alguna
prenda de vestir que esté usando, ese es el trabajo de un coolhunter, observar
y registrar las tendencias que están en las ciudades con el fin de anticiparse
y desarrollar productos que puedan tener éxito en el futuro inmediato.
Para ser un
buen coolhunter, hay que tener una amplia cultura general, que es la
herramienta clave para entender los cambios que se van dando y los que van a
venir.
La curiosidad
por el mundo es su cualidad más importante. Vive en la ciudad que observa. Anda
con los ojos bien abiertos; es creativo, sensible y atrevido. Tiene gran
capacidad fotográfica y sabe hablar con la gente. Estudia o siente afinidad
hacia la moda, el diseño, la fotografía, la arquitectura, etc.
Así pues, Coolhunting
es investigación (observación y análisis) y creatividad estratégica al servicio
de la innovación, capaz de descubrir las tendencias antes que los demás.