lunes, 13 de mayo de 2013

"Coolhunter"


En la última década, el análisis y la investigación de tendencias se han convertido en una herramienta clave para todo tipo de industrias o sectores. Las empresas más innovadoras se adelantan a la competencia gracias al coolhunting y a la figura del coolhunter o cazador de tendencias. Un profesional, cada día más en auge, que se encarga de identificar y cazar lo que serán futuras tendencias en diversos sectores como el diseño, la moda, el interiorismo, la comunicación, la fotografía, la arquitectura o la tecnología.
 
El coolhunter Bill Cunningham,  en la Gran manzana 
 
El término coolhunter fue adoptado en 1997 por la revista The New Yorker para referirse a las clases de investigación de mercado que daba la publicista Dee Dee Gordon.

El Coolhunting, como sugiere su nombre, es el arte de cazar tendencias. Esta disciplina está siendo adoptada de dos formas diferentes: como profesión y como una competencia adicional incorporada a otra actividad profesional. 

Internet y los medios digitales han revolucionado el coolhunting. Existen co­munidades de coolhunters como trendhunter.com, theunlimitededition.com y coolhunting.com.

Su misión es muy atractiva para las empresas porque, con un lógico margen de error, ayu­da a saber si un mercado se encuen­tra preparado para asumir algún tipo de innovación, ya sea de producto, como de comunicación, marca o dis­tribución.
 
 
 

 
Antes un coolhunter debía estar constantemente viajando por las ciudades más punteras para encontrar los indicios de tendencias, pero ahora, gracias a las redes sociales y a Internet,  es posible acceder y analizar las últimas tendencias, seguir a trendsetters e innovadores, monitorizar el sector de la moda, analizar los últimos eventos mediáticos, descubrir los estilos más vanguardistas localizados en las calles de las ciudades más influyentes, etc.
El trabajo del cool­hunter saber detectar los indicios de cambio en sus fases más inci­pientes, interpretar adecuadamente qué factores favorecen esa emergencia y determinar qué impacto puede tener sobre la oferta actual y poten­cial del cliente para el que trabaja.
 
 
 
 

Un buen Coolhunter destaca por su capa­cidad intuitiva, que le ayuda a simplificar y extraer valor del caos informativo en el que se tiene que mover. Debe tener la capacidad de alejarse de la corriente (mainstream), del encasillamiento, y observar en varias direcciones, pues de lo contrario será muy difícil identificar tendencias; ser completamente sensible, estar abierto y absorber como una esponja, para poder leer y entender los signos de una cultura; debe estar siempre informado y actualizado, tanto del presente como del pasado.
La actividad de un coolhunter es, básicamente, la recolección de información. Se dedica a identificar estilos punteros y minoritarios.
No hay que extrañarse cuando alguien en cualquier lugar lo siga con una cámara de video o lo aborde y le haga preguntas espontáneas sobre un producto o sobre alguna prenda de vestir que esté usando, ese es el trabajo de un coolhunter, observar y registrar las tendencias que están en las ciudades con el fin de anticiparse y desarrollar productos que puedan tener éxito en el futuro inmediato.
 
 
Para ser un buen coolhunter, hay que tener una amplia cultura general, que es la herramienta clave para entender los cambios que se van dando y los que van a venir.
La curiosidad por el mundo es su cualidad más importante. Vive en la ciudad que observa. Anda con los ojos bien abiertos; es creativo, sensible y atrevido. Tiene gran capacidad fotográfica y sabe hablar con la gente. Estudia o siente afinidad hacia la moda, el diseño, la fotografía, la arquitectura, etc.
Así pues, Coolhunting es investigación (observación y análisis) y creatividad estratégica al ser­vicio de la innovación, capaz de descubrir las tendencias antes que los demás.

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